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ún recuerdo aquellos días donde la tecnología llegó a mi vida, hasta entonces la relación más importante había sido pasar por la iglesia de los Jerónimos en Madrid y no recuerdo muy bien la fecha, ni al individuo en cuestión.

Oía hablar de los ordenadores, de cuántas cosas iban a cambiar en nuestras vidas, y me negaba a aprender nada que tuviera que ver con ello.

Pues bien, nuestra relación comenzó una vez firmado mi contrato laboral con un laboratorio, tengo que reconocer que dicha entrevista se hizo difícil, porque cuando me dijeron que mi nivel de informática valía con  “a nivel de usuario” ahí ya me perdí… había visto alguna foto de él, había  visto incluso alguno en persona, pero nunca le había prestado la atención que merecía.

Así que contesté que mi nivel de usuario era alto, ya que por unos instantes vi peligrar el posible puesto… y fue la mentira mejor contada a día de hoy.

Recuerdo una mesa de trabajo, alejada del resto. Era el Servicio de Atención al Cliente, dedicado a resolver problemas a los pacientes, y cómo no, dejar constancia de cada llamada en él. El ordenador… era más bien feúcho, un mostrenco diría yo, ocupaba la mitad de la mesa, con lo cual me dejaba poco espacio para mí, se hacía incómodo, en fin, el principio de una relación no es siempre lo que esperamos.

Las llamadas fueron muy bien, en realidad mi defensa ante ellas como responsable de producto me resultaba fácil y amena, pero mis piernas temblaban cuando veía la hora de salida y sabía que de allí no me iba a marchar sin pasar la información enviando a mi superior un correo que en ese momento…  la palabra correo iba unida a la idea de sello… para darle el informe del día.

Y así comenzó todo, me puse enfrente de él, encorvada, mirándole fijamente y hasta la foto del fondo se me nublaba, no sabía ni por dónde empezar. He olvidado deciros que mi superior se llamaba de apellido Román…

Puse mis manos en el teclado, respiré hondo, y cuando me disponía a escribir, en el lateral izquierdo de la pantalla, leo… Times New Roman… cuál fue mi sorpresa, pensé… quizás es algo relacionado con mi jefe, el pánico me invadió. ¿Habré tocado algo suyo? ¿Se dará cuenta mañana? Seguro que me despiden por curiosa… Continué… aquellos cuadraditos que llenaban la pantalla, parecían estar escritos en cirílico, era la primera vez y siempre impresiona, lo mejor de todo es que no hablaba, con lo cual no podía imaginar que opinión estaba cogiendo de mí.

Pinché el primero que me hizo pensar que iba a acertar y fue ahí cuando desapareció. Lo busqué, una y otra vez, se abrían más, aquello era una invasión descontrolada, y con mi afán de querer aprender y no meter la pata, fui cerrándolos poco a poco, respiré hondo de nuevo… aun así levanté el teléfono y llamé al departamento de informática.

-Buenas tardes -le dije-, llamo del departamento X, y tengo un problema -más o menos el calibre  para mí era parecido a los de Houston-

-Dime -me contestó-

-Mira , estaba trabajando en el ordenador, no he querido tocar nada de lo referente a mi jefe y sus cosas y se me acaba de escapar un chirimbolo por el aire…

-¿Perdón?

Al oír esta palabra me di cuenta de que algo no iba bien, y colgué, no pasaron ni cinco segundos cuando tenía enfrente de mi a los tres informáticos, con ligeras sonrisas socarronas, que con el tiempo he deducido que subieron a partirse el alma por saber quién era la persona que estaba frente a aquel ordenador… No me da ninguna vergüenza reconocer esta anécdota, me consta que no fui ni la primera ni la última.

 

Los años han pasado, la relación con el ordenador e internet va siendo cada día más sólida, ahora no tengo tantas discusiones con él, quizás desde que desaparecieron las CPU, y ya no tengo dónde pegarle una patada en ciertos momentos, los virus pasaron a la historia, controlados y por supuesto mi vida hoy sin él estaría un poquito vacía, quizás porque mi curiosidad y mi trabajo dependen de él.

 

El ordenador y yo poco a poco y con internet nuestro pequeño tesoro hemos conseguido paliar muchos momentos de tristeza, hemos brindado por muchos motivos, lo que se dice una relación CASI PERFECTA…

 

Imagen: Sam Catanzaro

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