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La privacidad en la nube


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uy interesante la charla-coloquio organizada el pasado 25 de Abril por el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) y titulada “Los retos de la protección de la intimidad en la nube”, dentro de los VI Encuentros en Madrid. Evidentemente ella ha inspirado la redacción de este artículo más divulgativo que jurídico.

 

 Simplificando mucho, podemos pensar en Internet como un gran grupo de guardamuebles. Ellos tienen cuartos de tamaño variable para guardar cosas. ¿Dónde están esos guardamuebles? En el mundo físico, el de los sofás y las cajas, su ubicación es importante porque conviene que estén cerca. En el mundo virtual es irrelevante el lugar geográfico: nos basta, como en el físico, poder acceder a ellos fácilmente. La distancia da igual.  Esos guardamuebles digitales se llaman discos duros de ordenador (servidores) y están por todo el mundo. Preferiblemente en zonas frías para ahorrar gastos de refrigeración puesto que generan calor y hay que disiparlo.

 

¿Cuál es el papel de los buscadores como Google, Yahoo, Bing y demás? Pues es fundamental: ellos tienen programas informáticos (bots o arañas web) que buscan todos los contenidos que hay en la Red y los añaden a su índice (de ahí el verbo indexar). Estos buscadores no guardan toda la información: lo que hacen es encontrarla, clasificarla, ponerle título y apuntar dónde está. Averigua qué muebles guardados hay por todo el mundo y dónde están.

 

La Red tiene entonces tres agentes principales: la infraestructura de servidores que guardan la información (los guardamuebles del ejemplo), las personas que crean y suben información a esos servidores y los programas informáticos que buscan, identifican, tratan y clasifican esa información. De este mercado se aprovechan empresas y administraciones para vender más y controlar más, respectivamente.

 

¿Y están seguros mis datos? Depende de a qué llame uno seguros. Si la duda se refiere a su integridad, pues sí, bastante seguros. Al menos, tanto como en la oficina o en casa; ambos pueden sufrir un incendio y quemarse todo. Si la pregunta se refiere a si nadie los va a ver, la respuesta genérica es no. Alguien los va a leer, o puede leerlos si quisiera. Edward Snowden dejó esto claro al mundo. Y esa lectura puede hacerse entre el ordenador de salida y el de entrada, o directamente en el de entrada, o en el de salida mientras se redacta.

 

Así que vamos al asunto de este artículo: la privacidad de los datos que uno pone en Internet o que comunica a operadores de Internet voluntaria o involuntariamente. Esa privacidad depende en gran medida de uno mismo. ¿Quieres usar Gmail? Pues expresamente permites que sepan mucho de ti. ¿Guardas información en Dropbox? Pues que sepas que la escanean y leen, aunque se comprometan a no compartirla.

En YouTube no se andan con rodeos. En el artículo 7º de sus Términos y Condiciones del Servicio dice que “YouTube no garantiza ningún tipo de confidencialidad con respecto a Contenido”, y en el 8º queda claro que prácticamente donas tus vídeos a la empresa cuando dice que otorgas “a favor de YouTube, una licencia mundial, no exclusiva, exenta de royalties y transferible (con derecho de sub-licencia) para utilizar, reproducir, distribuir, realizar obras derivadas …” .

Facebook guarda los datos de las cuentas borradas e incluso los likes y los borradores no publicados. Es, con diferencia, la entidad que más sabe de ti por lo que uno mismo cuenta, comenta, agradece… y lo que los demás dicen de uno. ¿Intrigado? El buscador Wolfram Alpha da un servicio para conocer todo lo que Facebook sabe de ti.

Alemania desaconseja el uso de WhatsApp por sus problemas de privacidad especialmente por poder cruzarse con los datos de Facebook. Por ejemplo, en el apartado 3b de sus “Terms of Service” expresamente se les autoriza a entrar periódicamente en la lista de contactos de tu teléfono para quedarse con los números para seguir el uso del servicio por parte de los mismos.

La Política de Privacidad de Pinterest deja claro en su primer apartado que les das voluntariamente tus datos, imagen del perfil, correos electrónicos, pines y comentarios. También dicen que se le da permiso para acceder a la información (contactos y amigos) en otros servicios como Twitter o Facebook.

Hay juegos para teléfonos móviles que piden el acceso a los contactos. ¿Quién se lee todas las autorizaciones que damos al instalarlos en nuestro teléfono? Ojo porque además de querer recoger datos hay aplicaciones que directamente son una estafa.

¿Que no te gustan estas condiciones? La sabiduría 1.0 lo tiene claro cuando habla de las lentejas: si te gustan las comes y si no… las dejas. Nadie está obligado a moverse en las redes sociales ni profesionales, ni a escribir artículos, ni a utilizar aplicaciones para el teléfono móvil, ni a comentar nada en ninguna página de Internet.

 

Ya sabemos que la seguridad total no existe así que habrá que luchar por la máxima posible. Como comentó un abogado argentino asistente a la charla citada al inicio, “la tecnología tienta a los gobiernos”. Y desde luego que también a las empresas. ¿No queremos que se sepan nuestros datos? No los demos. A nadie. Nunca. Lo que colgamos en Internet ahí se queda porque Internet no olvida.

 

¿Qué hacer si queremos que se respete la privacidad de nuestra información? Podemos dar estas reflexiones para ayudar a protegerla:

1-   La privacidad de datos en Internet esencialmente no existe ahora mismo;

2-   Lo que se cuelga en Internet se queda en Internet, así que hay que pensarlo tres veces antes de hacerlo:

3-   Lo que se cuelga en un sitio público como las redes sociales deja de ser de uno para pasar a ser de todo el mundo para el resto de la vida;

4-   A Internet se sube lo que haya que subir y nada más;

5-   Al darse de alta en sitios no hay que poner toda la información que piden, y conviene utilizar direcciones de correo desechables;

6-   En caso de duda, no subir datos; y

7-   Finalmente, hay que tener en cuenta el dicho clásico en Internet: “si no sabes cuál es el producto, es que el producto eres tú”.

 

Un nuevo modelo de negocio es el de los datos de las personas, las empresas y los países y administraciones. El Big Data. La información es poder y las técnicas para conseguirla cada vez son más sofisticadas. No hay que facilitar las cosas a los procesadores de datos. Este es el gran reto de la protección de la privacidad.

 

Esencialmente, lo que debemos hacer es usar la cabeza y no regalar nuestra información –o la de nuestros clientes, amigos o familiares- y “subir” exclusivamente los datos necesarios… y ni uno más.

 

Imagen:nolifebeforecoffee

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